Mercedes Ridocci - Fragmento del libro "EXPRESIÓN CORPORAL – ARTE DEL MOVIMIENTO -Las bases prácticas del lenguaje expresivo"- Ed. Biblioteca Nueva / Manuales Universidad. Madrid 2009 España
Primeramente
intentaremos definir lo más sintética y claramente posible qué entendemos por
antagonismo muscular.
Cuando
realizamos un determinado movimiento se ponen en acción dos pares de músculos,
los agonistas (“protagonistas” de la acción) y los antagonistas que
contrarrestan esa acción, ejerciendo una cierta resistencia en contra.
Pondremos un
ejemplo que ayude a entenderlo.
Si
flexionamos el antebrazo, los músculos agonistas serán los bíceps (que en este
caso se contraerán) mientras que los antagonistas serán los tríceps (los cuales
se alargarán), creando un equilibrio de acción que permitirá realizar con éxito
el objetivo.
Sin embargo,
imaginemos en el supuesto que estamos tratando, que los antagonistas en vez de
alargarse con una cierta facilidad colaborando en la acción, se opongan con más
resistencia como si quisieran impedir la acción de los agonistas. De este modo,
la acción se desarrolla con una fuerte resistencia y la intensidad muscular
aumenta considerablemente, es más, si el grado de tensión se equilibrara entre
los agonistas y los antagonistas, la acción no llegaría a realizarse y el brazo
quedaría paralizado como cuando “echamos un pulso” y los oponentes tienen una
fuerza similar. (Es lo que ocurre cuando realizamos una acción que requiere
mucha fuerza. A más fuerza de los agonistas, más resistencia de los
antagonistas)
Definido lo que
es el antagonismo a nivel físico, pasaremos ahora a explicar como lo
abordaremos desde el punto de vista de la Expresión Corporal. Teniendo en cuenta que la relación
cuerpo - espacio es indisociable; que el espacio es el lugar donde se
desarrolla y se plasma el movimiento, representaremos al espacio como oponente
a la acción del cuerpo. A través de la imagen de que el espacio adquiere diferentes
grados de consistencia -ofreciendo una mayor o menor resistencia al movimiento-
inmediatamente se pondrá en marcha el mecanismo del antagonismo muscular.
Dependiendo de la resistencia dada al espacio, así será la intensidad muscular
empleada.
Teniendo en cuenta la intrínseca
relación que existe entre el antagonismo y la intensidad muscular (a mayor
antagonismo, mayor intensidad muscular y viceversa) y siendo esta última un
factor básico en la expresión de las emociones, se nos hace imprescindible
subrayar la gran importancia del antagonismo dentro del campo de la Expresión
Corporal.
Pasemos a
mostrar una de las maneras de introducir al alumno en la vivencia y
experimentación del antagonismo.
Comenzaremos con
el contraste entre fuerte y suave que contienen en si mismo emociones
contrastadas. Posteriormente abordaremos los matices en el antagonismo, pues
entre el tono fuerte y el suave existe toda una graduación de la intensidad muscular
y por lo tanto, también de los matices emocionales.
Contraste antagónico (fuerte - suave)
Le pediremos al
alumno que una mano presione contra la otra, mientras esta ofrece una
determinada resistencia, (es importante aclarar por un lado, que la resistencia
no debe ser excesiva de modo que conduzca a la paralización, y por otro, que no
sea tampoco mínima, ya que la mano que presiona no sentirá la resistencia que
le debe ofrecer la otra).
Les sugeriremos
después que, ese empuje de una mano sobre la otra, se vaya conduciendo además,
hacia diferentes direcciones espaciales, (presionar hacia arriba, abajo, hacia
un lado, otro, etc.), sintiendo con ello la intensidad muscular empleada para
poder desarrollar el movimiento.
Los empujes se
irán realizando después sobre diferentes partes del cuerpo:
·
Mano
que presiona la cabeza mientras ésta ofrece cierta resistencia (presiona la
sien, la frente, la nuca, etc.) llevándola de esta manera a diferentes
direcciones del espacio.
·
Mano
que presiona el esternón, un hombro, el costado, etc.
·
Mano
que presiona el vientre, el ilíaco, etc.
·
Y
así sucesivamente, presionando y movilizando con resistencia las diferentes
partes del cuerpo.
Es
importantísima la lentitud en este primer contacto con el antagonismo. El
alumno ha de sentir qué expresión contiene cada gesto que va realizando. Por
ejemplo, no es lo mismo la carga emocional que contiene una mano que presiona
una sien en una determinada dirección produciendo en la cabeza una torsión, a
que se ejerza esa presión en otra dirección distinta produciéndose una
inclinación o que las dos manos enlazadas presionen al esternón y trasladen el
pecho hacia atrás.
Enlazaremos esta
primera experiencia con la imagen de que ahora es el espacio y no una
determinada parte del cuerpo quien va a ofrecer la resistencia al movimiento,
dándole una fuerte consistencia, como si fuera barro húmedo, ante lo cual, el cuerpo se
verá obligado a realizar un fuerte empuje para penetrar en él.
Estas presiones
hacia las diferentes direcciones del espacio que en principio se realizan con
las manos, comenzarán a realizarse a continuación, con diferentes partes del
cuerpo: un hombro que retrocede con resistencia, un pecho que avanza, etc.
Les incitaremos
a que utilicen libremente la resistencia en el movimiento tanto hacia el
espacio como hacia el cuerpo.
Es importante
observar en todo este proceso el grado de intensidad muscular empleada por los
alumnos. Para que no surja el agotamiento y dosifiquen la energía, es necesario
hacerles ver que aunque estén dando al movimiento un gran antagonismo, este puede ser más o menos
fuerte, graduable, localizándole en una determinada parte del cuerpo mientras
el resto recibe y siente, pero sin globalizar el esfuerzo a todo el cuerpo, ya
que eso conduciría al embotamiento.
Posteriormente,
en un determinado momento, les haremos otra propuesta distinta: que el espacio
comienza a perder consistencia dejando por lo tanto de ofrecer resistencia. El
cuerpo
entonces, penetra sin dificultad en él.
Los movimientos
se tornan ahora suaves, la intensidad muscular disminuye hasta ser la mínima
necesaria para desarrollar los gestos, el antagonismo es inapreciable.
Y así les iremos
invitando a que utilicen expresivamente el contraste fuerte – suave, recogiendo
los diferentes alcances emocionales que conlleva el grado de intensidad con la
que desarrollan el movimiento, encontrando poco a poco una coherencia interna
en los pasajes de una intensidad a otra.
Podemos observar
los diferentes
caracteres simbólicos que para cada alumno puede llevar este trabajo. En algunos, veremos pasajes
de la dureza a la ductilidad; en otros, de la lucha al acuerdo; en otros de la
severidad a la flexibilidad; etc.
También, a
través del proceso contrario podemos introducir al alumno en la vivencia del
antagonismo.
La acción del
antagonismo no se da solo mediante la imagen de la resistencia que el espacio
ofrece al movimiento. El proceso también puede ser inverso: el cuerpo puede
ofrecer mayor o menor resistencia ante distintos factores espaciales.
Para el
antagonismo fuerte podemos utilizar la imagen de que su cuerpo está hecho de
una materia dura, informe, como una roca por ejemplo; la erosión del mar, y / o
de los vientos van modelando su forma a través de los años, penetrando en la
materia desde diferentes direcciones espaciales. Movimientos y formas, en un
principio indefinidas, poco a poco irán adquiriendo un perfil más humano. Así,
la erosión penetra por un hombro, movilizándole con resistencia; o por una
determinada parte de la espalda o de la cabeza, etc., con lo cual el movimiento
irá adquiriendo un significado más preciso.
Para utilizar en
el movimiento poco antagonismo, podemos utilizar la imagen contraria: El cuerpo
es como un junco flexible, responde sin resistencia a la brisa del viento. Al
igual que en el trabajo anterior, el junco que en principio adquiere formas
indefinidas y es movido desde diferentes direcciones espaciales, se irá
concretando en movimientos suaves y ligeros de las diferentes partes del
cuerpo.
Una vez
vivenciado individualmente el contraste en el antagonismo empleado durante el
movimiento, bien con una u otra imagen de las descritas anteriormente,
realizaremos el trabajo en parejas.
En principio los
dos miembros de la pareja estarán situados uno frente a otro. A, realizará un
gesto de presión con la intención de movilizar a B. B, ofrecerá resistencia
pero recibirá el empuje que A le manda. Ambos movimientos se desarrollarán con
un fuerte antagonismo. Después será B quien movilice a A. De esta manera se
irán transmitiendo el antagonismo y la concreción expresiva que este va
adquiriendo.
Les sugeriremos
que esta transmisión también puede darse mediante el contacto corporal, es
decir la transmisión puede ser enviada desde la distancia o a través del
contacto físico (la mano de A que presiona la cabeza de B; el antebrazo de B
que presiona el hombro de A;…). A medida que van desarrollando el trabajo, la
propia necesidad orgánica de evolucionar en la comunicación les llevará a
emplear el contraste con la intensidad suave, lo que dará lugar a desarrollar
otro tipo de relación.
Desde el
movimiento con resistencia, que en principio ha podido tener una expresión de
lucha, de desacuerdo, de poder, etc., será a través de la transformación de la
intensidad como evolucionarán hacia relaciones de acuerdo, de juego, etc.